Rota das Emoções: Bem-vindos ao paraíso! (III)

El quinto día acabó con una ducha relajante, una cene ligera y una discusión sobre si el agua de coco llevaba adoçante o no, y todo a ritmo de Julio Iglesias cantando en portugués. Si es que lo que no pase aquí… La sensación de irte a dormir sin escuchar nada más que el viento y el sonido del mar, con un cielo estrellado a más no poder es increíble. Dormimos como bebés.

Dia 6_ Volvemos a coger los petates y de nuevo nos metemos en la barca para comenzar la jornada visitando o Farol Preguiças, que está cerquita de Caburé, en el poblado Mandacarú. Una vez más, vistas impresionantes: arena y vegetación exhuberante, mar y rio encontrándose y un sol radiante alumbrándolo todo.OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Cuando bajamos nos dimos un paseo por el pueblo e hicimos una pequeña visita a la escuela con los niños más guapos que he visto en mucho tiempo, pero también con las instalaciones y el personal más limitado. En sitios así es como te das cuenta de las verdaderas necesidades que tiene este país.

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Seguimos remontando el río hasta nuestra siguiente parada, Atins. Otro de esos lugares con encanto donde muchos europeos han decidido quedarse a vivir. Calles de arena, una playa inmensa y la tentación siempre presente de tumbarte en una red y ver pasar la vida mientras te balanceas en ese paisaje inmejorable. Pero como somos viajeros activos, comimos algo para retomar fuerzas y nos fuimos de excursión a los Grandes Lençois. Traqueteo y baches en el camión para llegar al paraíso.

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Me da la sensación escribiendo sobre este viaje de que me faltan adjetivos para explicar las sensaciones y los paisajes que ofrecen los Lençois. Hasta las fotos se quedan cortas, porque la sensación de inmensidad que tienes cuando estás allí, encima de una duna y viendo esas lagunas de agua cristalina, verde y azul es difícil de describir. OLYMPUS DIGITAL CAMERAPodríamos haber pasado días allí, yendo de una lagoa a otra, bañándonos y disfrutando del silencio. La puesta de sol puso fin a nuestra felicidad y nos fuimos a cenar los famosos “camarões da Luzia”. Un poco decepcionante, creo que en cualquiera de las barracas del viaje hemos comido mejor que en el restaurante más famoso del parque.

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Día 7_ Bien tempranito hacemos de nuevo la mochila para coger nuestro camión-bus que nos llevará hasta Barreirinhas. Creo que ha sido el camino más interesante de todo el viaje, y era difícil. Cuatro gringos, 150 kilos de pescado, un autóctono parlanchín que nos contó de todo, chupitos de cachaça antes de las 11 de la mañana, poblados inverosímiles… Una vez llegados al pueblo-ciudad se rompe un poco la magia del viaje porque es verdaderamente feo comparado con los pequeños edenes donde habíamos estado. Nos damos una vuelta por la playa, hacemos amigos locales y buscamos la excursión del día siguiente para acabar el día cenando pizza al lado del río y echándonos unas risas con un hippie amigo de las adivinanzas.

Día 8_ En un camión destartalado (que para algo se llama ruta de las emociones) hacemos de nuevo el camino hacia las dunas, nuestro último encuentro con lo maravilloso de la naturaleza. Y cuando ya parecía que nada podía superar lo que habíamos visto, otra vez nos quedamos como tontos mirando al horizonte y a lo que teníamos a nuestros pies. No soy capaz de recordar los nombres de las lagoas (Bonita, dos Peixes, Azul, da Gaivota, Verde) pero a cualquiera que os lleven merecerá la pena, prometido. En pocos pasos torpes por la arena, vas de una a otra sorprendiéndote al bajar de cada duna. Baño en aguas dulces y transparentes, vegetación que parece salida de la nada en el desierto y el viento moviendo la arena bajo el sol. ¿Hace falta que explique algo más?

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Y como todo lo bueno tiene que acabar, vuelta a Barreirinhas, ducha y metidos en un coche con un conductor kamikaze hacia São Luis, ciudad Patrimonio de la Humanidad. Había poco tiempo para hacer visitas porque esa misma noche cogía un avión de vuelta a la realidad, pero aún así pudimos visitar un poco el casco histórico de la ciudad. Otro mundo. A la vez decadente y encantador, restos de la grandeza colonial mezclada con la desigualdad, música saliendo de todas las esquinas y una cena deliciosa en una terraza. Un final perfecto para uno de los viajes más maravillosos de mi vida.

Sao Luis Sao Luiz

Más info:

Pousada Do Irmão en Atins, totalmente recomendable. Gente amable y habitaciones cómodas y cuidadas.

Pousada Portas da Amazônia en São Luis. Situada en el centro, habitaciones espaciosas, con estilo y ambiente súper cuidado.

– São Luis. Información turística

– Excursiones: tanto en Atins como en Barreirinhas no teníamos nada reservado y fuimos averiguando y comparando opciones. En las pousadas facilitan mucha información y tienen sus propios colaboradores pero todos los paseos son parecidos y con precios similares. Muy importante llevar dinero en efectivo porque en el paraíso no hay otra manera de pagar…

Rota das Emoções: Bem-vindos ao paraíso! (II)

Después de pinchar el 4×4 en medio de unas dunas y no ver nada cerca que se pareciese a la ayuda pensamos que las emociones de verdad iban a comenzar para conseguir salir de allí. Afortunadamente y bajo una tormenta momentánea, nuestro “motorista” consiguió llevarnos hasta la Lagoa de Tatajuba.

Con una gran preocupación nos tomamos unas cerves, nos dimos un baño y comimos langosta y nuestro sururú recién mariscado. Digerida la langosta nos disponemos a ver qué pasa con nuestro recorrido planeado del día y nos encontramos con el jeitinho brasileiro (y con unos cuantos cerdos negros que corrían entre el agua y las dunas sin que todavía me explique muy bien de dónde habían salido).

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Nuestro conductor nos había encontrado un coche para llevarnos hasta Parnaíba, donde teníamos que pasar la noche, y que nos ahorraba esperar un bus en el que ni siquiera estábamos seguros de poder subir. Sólo teníamos que esperar a que dejara a los turistas que tenía en Jeri, asique para hacer tiempo, hicimos el sacrificio de una pequeña parada en Lagoa Paraíso, ¡qué vida tan dura la del viajero!

 Nuestro nuevo amigo resultó ser el descubrimiento del viaje. No sólo nos llevó hasta la puerta de la pousada y nos dio toda una lección de historia sobre el estado de Piauí y sus bellezas naturales, sino que además nos llevó a cenar una torta de caranguejo de las típicas de la ciudad en un lugar que no podía ser más auténtico. IMG_20140804_214149002Como George era ya nuestro más mejor amigo de la semana, contratamos con él la excursión que teníamos pensado hacer por el Delta del Parnaíba y decidimos quedarnos un día más en la ciudad.

Dia 4_Nueva sorpresa. Lo que aparentemente iba a ser un paseo en barco por el Delta del Parnaíba se convirtió en una de las mejores excursiones del viaje y en un día genial. Lancha rápida para nosotros cuatro y unas vistas increíbles del delta, donde se puede ver perfectamente cómo cambia el color del agua cuando se encuentran la dulce y la del mar. Primera parada en una playa desierta, DESIERTA. OLYMPUS DIGITAL CAMERASol, toda la arena y el mar para disfrutarlo a gusto. Eso en Brasil no pasa a menudo. Luego descanso para comer na Ilha das Canarias [un consejo, si vais a Parnaíba, no os quedéis en la ciudad, las pousadas en la isla merecen muuucho más la pena]. Pescado buenísimo y una siesta de hamaca reparadora y nos montamos de nuevo en el barco para trasladarnos a los manglares y desde la canoa ver cómo los monos bajaban a visitarnos si les ofrecíamos sandía y una anaconda increíble, pero muerta (menos mal porque era enorme).

OLYMPUS DIGITAL CAMERA Y nuevas emociones. Parada en las dunas que están justo al lado del río. La visión de la arena cayendo directamente al agua dulce es sorprendente y no sería la última foto increíble. Vimos llegar a los guarás para pasar la noche en su isla dentro de delta y ver llegar esas bandadas de pájaros rojos al atardecer fue emocionante. Y para acabar el día… jacaré! Esta vez, un caimán pequeñito que nuestro barquero consiguió atrapar y que pude hasta coger con las manos, ¡que ilusión! Todavía tengo sonrisa de niña cuando lo recuerdo. Y como despedida del estado de Piauí, George nos llevó a cenar churrasco (que no sólo de pescado y marisco podemos vivir).

guarásDía 5_ Maranhão y Lençois. Bien temprano por la mañana nos ponemos en marcha para continuar nuestra ruta, cambiar de estado una vez más y llegar por fin a los Lençois. Tras el trayecto en 4×4 por ríos, dunas, pequeñas ciudades y kilómetros de playa llegamos a Caburé, donde pasaríamos nuestra primera noche.

Es difícil describir cómo son todos los sitios que hemos visitado en este viaje. Caburé es un pequeño pueblo encajado entre el río y el mar en el que se cuentan unas cuantas “casas” de pescadores, un restaurante (mesas de madera en suelo de arena y sin puerta) y un par de pousadas. No llega la luz eléctrica y todo funciona con generadores. Por la noche no se oye nada más que el viento y el mar.

Después de nuestra comida de riquísimo pescado grelhado buscamos a nuestro barquero para que nos llevara hasta Vassouras y los Pequenos Lençois. En el trayecto por el río ya pudimos disfrutar de unas vistas increíbles y cuando llegamos al poblado (por llamarle algo, porque son un par de casas  un cobertizo donde se venden recuerdos) nos dispusimos a meternos de verdad en las dunas y hacer el recorrido de vuelta a Caburé a través de la arena.

Kilómetros cuadrados de arena, sin ver nada más que pequeñas lagunas de agua dulce que se forman en la época de lluvias y que sobreviven creando pequeños paraísos donde te da la sensación de que el tiempo está detenido y no hay nada que necesites más que mirar al infinito, darte un baño y disfrutar de la tranquilidad. Eso son los Lençois Maranhenses.

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Veinte minutos de caminata maravillándome por el paisaje. Y también por el cansancio. Mis tobillos y mi poca voluntad dijeron ‘hasta aquí’ y vi que no iba a ser capaz de caminar bajo aquel sol tropical las dos horas que teníamos por delante. Asique deseándole suerte a mis aventureros compañeros de viaje me volví a Vassouras a esperar a que algún alma caritativa con barco me llevase de vuelta. Ellos vieron cosas preciosas, entraron en la casa de una familia, se sacaron fotos con los burros del desierto. Yo volví con un señor que tenía dos dientes y me contó toda la historia de su familia, una barca que hacía agua y una cabra. Igual de auténtico y toda una experiencia. ¿Cómo no me va a gustar este país?

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Más Información

– Agencia recomendada: Rastro Nordestino. Buena gente, con variadas opciones de paseos y precios asequibles.

– Pousada en Parnaíba: Chalé Suiço. No nos gustó demasiado. Precio normal, habitaciones simples y buen desayuno, pero el dueño es algo arisco…

– En Ilha das Canarias, muy recomendable: Recanto dos Pássaros 

– Pousada en Caburé: Pousada do Paturi

Rota das emoções: Bem-vindos ao paraíso! (I)

¿He dicho ya que este país es increíble? Cada viaje que hago, cada sitio que veo, cada persona que conozco, cada costumbre que observo me hace pensar y, normalmente, me hace disfrutar también de cada momento que estoy viviendo aquí. En una de esas conversaciones tontas de tardes soñadoras, seguro que ha salido la pregunta: ¿qué es para ti el paraíso? Mi idea de paraíso ha ido variando a lo largo del tiempo, pero he de reconocer que la descripción de “lugar paradisíaco” se acerca bastante al viaje que he hecho por el Nordeste brasileño.

Unos billetes de avión comprados casi corriendo y muy caros porque tienes miedo de quedarte sin ver esos sitios maravillosos que te enseña Google, tres compañeros de viaje (dos conocidos, otra por descubrir), nueve días de vacaciones y mucho por planear. Así comenzó esta aventura.

Primera parada: Fortaleza, estado de Ceará. Trayecto rápido desde el aeropuerto hasta la estación de autobuses y la inevitable cola para coger los billetes y llegar in extremis. Camino de Jericoacoara tuve la primera pista de cómo iba a ser el clima durante el viaje pero ninguna de lo que me esperaba allí. Después de cambiar a una “jardinera” (básicamente un camión en el que han colocado asientos) y atravesar unas cuantas dunas llegas a un pueblo lleno de pousadas, perros que descansan a la sombra y calles de arena.

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Primeras cervezas y vistas de la puesta de sol desde la playa (porque a verla desde la gran duna no nos dio tiempo). Dando una vuelta por las calles de arena encontramos un restaurante tirando a cutrecillo pero que te cocinaba el pescado fresco que te vendían en la pescadería de al lado. No pudo ser mejor elección. IMG_20140802_212328529Creo que cenamos uno de los mejores pescados a la parrilla que he probado, ¡riquísimo! Y para acabar la noche, una caipirinha y un brownie-helado-bengala de cumpleaños. Nunca había imaginado llegar a los 30 en un sitio así.

OLYMPUS DIGITAL CAMERADía 2: Paseo a las lagunas. En buggie nos dispusimos a recorrer las primeras dunas, el árbol da preguiza, kilómetros de arena junto al mar y conversaciones con un conductor que dice que nunca ha viajado, pero que tampoco quiere hacerlo, que él es de allí, le gusta lo que le rodea y no siente necesidad de conocer nada más. El sol todavía no me había dado demasiado en la cabeza, pero aún así casi entro en shock. ¿Viajar? ¡No se me ocurre nada mejor que hacer en la vida!

Visitamos la Lagoa Azul, primera parada para  un baño en agua dulce, tomar agua de coco en una hamaca dentro del agua y hacerse fotos cual divas. Siguiente pausa del día, Lagoa Paraíso y os prometo que el nombre no le viene grande. Arena blanca, sombrilla y tumbonas, hamacas a la orilla del agua, almuerzo con un pescado buenisímo, tranquilidad… ¡Me encantó!

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Y aunque se hacía difícil salir de aquel pequeño oasis nos montamos de nuevo en el buggie para llegar a Pedra Furada, el otro punto estratégico para ver las puestas de sol en Jeri.

DSCF9259Paseo por la playa, escuchar el mar chocando contra miles de rocas y,  como en la piedra había demasiada gente, disfrutar el acabar del día desde la cima de la montaña en la más absoluta calma fue el punto y seguido perfecto. El punto final lo puso una buena cena y su correspondiente caipirinha en la playa.

Día 3_Para intentar aprovechar mejor nuestro viaje, decidimos que no dormiríamos una tercera noche en Jeri sino que aprovecharíamos la excursión de ese día para acercarnos más a Parnaíba y dormir allí (aunque estoy segura de que hubiera podido pasarme en Jericoacoara una semana más). El día pintaba bien, un guía-conductor majete y el camino hacia nuestra primera actividad impresionante: kilómetros de arena y mar y unas vistas espectaculares.

DSCF9449Así llegamos a las barcas que nos llevarían a ver caballitos de mar. La marea estaba ya bastante alta, asique al final no pudimos ver los caballitos pero aprendimos mucho sobre el “sururú” mientras mariscábamos. Nuestro barquero nos dio la receta de la virilidad de los nordestinos y nos dijo que el caldo de este molusco era lo mejor para tener una noche alegre y recuperar la fuerza cuando te encuentras débil. No hace falta decir, que nos llevamos una botella entera.

Después del baño de sabiduría nos dirigimos entre las dunas y unas cuantas gotas de lluvia hacia la siguiente laguna donde nos esperaba unas langostas y un chapuzón antes de meternos en un bus hasta Parnaíba. Y asi, de repente, mientras íbamos atravesando un mar de maderas entre la arena, un pinchazo nos complicó un poco la jornada. En ese momento perdimos un poco la confianza de que todo fuese a salir bien y nos veíamos ya durmiendo en cualquier sitio esa noche… Se nos olvidó que estábamos en Brasil y siempre hay forma de «dar um jeitinho».

 

Más información:

En Jericoacoara todas las agencias tienen el mismo precio y ofrecen prácticamente los mismos servicios, asique sólo hay que escoger una y concretar horarios. Recomiendo la Pousada Aqua que fue donde nos quedamos. Buen precio, bonita habitación, buen desayuno y gente agradable.

http://www.jericoacoara.com/

http://www.portaljericoacoara.com.br/

http://www.jericoacoaraturismo.com.br/

– Pousada Aqua: http://www.pousadaaqua.com/#/home/4554643114

 

30

Hay mucho que decir sobre los 30 y todo un debate megainteresante sobre si se acaba lo bueno o si empieza la mejor etapa de la vida. ¿Es cuando te pones a pensar de verdad en lo que quieres hacer? ¿O, por el contrario, es cuando te das cuenta de que igual deberías haberlo pensado antes?

La verdad es que no puedo reprocharle nada al año de transición de los “veinte y…” a la temida cifra. Ha sido uno de los mejores años de mi vida y prometo que lo estoy aprovechando y disfrutando tanto como puedo. La morriña y la tristeza de estar lejos de toda la gente que quiero y que inexplicablemente aún me quiere se compensó pasando el día en un lugar que se acerca bastante a la idea de paraíso. Tuve brownie de chocolate y helado con bengala para celebrarlo (Gracias mil a mis grandes compañeros de viaje!). Tuve pre-celebración y post-celebración. Unos compañeros de trabajo y amigos que aguantaron mis manías de no querer escuchar la canción de cumpleaños feliz en ningún idioma y que consiguieron sacarme sonrisas durante toda la mañana. No sabéis cuánto se agradece eso cuando ya eres una treintañera. Una fiesta con globos, photocall y hasta regalos. ¡¡Gracias, gracias!! ¡¡ADOREI!

Pero…

Desde que pasé de los 25 dejó de hacerme gracia cumplir años. Sí, soy de esas, qué se le va a hacer, alguna normalidad tenía que tener. Alguno que yo me sé dirá que es porque me gusta sufrir y otros dirán que es porque no sé llevarlos bien. Creedme cuando digo que no es por hacerme mayor, irremediablemente tiene que pasar y ojalá pueda seguir quejándome de muchos cumpleaños más. Ni porque me vayan a salir canas y arrugas, porque mi cuerpo cambie, porque deje de ser cómo soy ahora. No.

Es por esa eterna sensación de insatisfacción, por la incertidumbre, por los pensamientos traicioneros que te asaltan sin avisar y hacen que te pases a la metafísica y reflexiones sobre el verdadero sentido de la vida. De tu vida.

Es porque las preguntas que durante mucho tiempo han ido encontrando soluciones temporales, excusas creíbles y auto convencimiento ahora parece que no se conforman con ninguna respuesta. Porque ninguna es la buena, ninguna es la mejor y más correcta.

No me ha hecho gracia cumplir los 30 y auguro un camino hacia los 31 que no va a ser fácil. No puedo prometerme ni a mí misma que vaya a ser capaz de aplacar la tormenta, sólo que me esforzaré por esquivar los rayos aunque para eso tenga que mojarme.

 

Pantanal no es un pantano

El nombre es engañoso. El Pantanal brasileño es una llanura aluvial (mirad en Wikipedia, que no os lo voy a explicar todo) que se extiende por los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul (sí, muy originales los nombres). Es uno de los humedales más grandes del mundo y probablemente uno de los ecosistemas con más biodiversidad de flora y fauna. Yo, que no me gustan los animalitos, me pican todos los mosquitos y que soy muy fan de la civilización y las ciudades con metro, ¿qué he ido a hacer allí? Pues maravillarme con el Brasil profundo.

El viaje prometía ya desde el primer momento. Tres andaluces (Sevilla, Jaén y Almería, para más señas) y tres norteñas (dos gallegas de igual nombre y una riojana) habían alquilado un coche para recorrer en cuatro días y medio los paisajes del Pantanal de Mato Grosso do Sul. Conociendo un poco las infraestructuras brasileñas, volver sanos y salvos y con el coche entero ya parecía un logro.  OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Así llegamos a Campo Grande y dormimos unas cuantas horas en nuestro hostel. Nada destacable, excepto el maravilloso desayuno que nos prepararon. ¡Gratitud eterna a la pobre mujer que se levantó a las 5 de la mañana! Después de dar un par de vueltas por la ciudad (no nos apetecía salir a la primera porque perdía la gracia) nos ponemos rumbo a Bonito. La primera excursión consistía en hacer flutuação (= snorkel) por el Rio da Prata. Sólo lo puedo definir como MARAVILLOSO. Me encantó ver el lecho del río, peces que se podrían tragar una de mis piernas enteras, pececillos y un jacaré (=caimán) a menos de 10 metros en la orilla mientras nos metíamos en el agua. ¿Qué más se puede pedir?

Después de reponer fuerzas, directos al Buraco dos Araras.OLYMPUS DIGITAL CAMERA  Me quedo con los colores espectaculares de sus plumas y con la preciosa historia de que son pájaros monógamos: una vez que encuentran a su pareja viven y vuelan siempre juntos, cuando uno se muere, el otro al poco tiempo muere también de pura tristeza. 

Un baño en la piscina, una rica cena de pescado de río y un sueño reparador después nos ponemos rumbo a la Gruta do Lago Azul (hay una allí donde vayas y siempre merece la pena). Me siguen encantando las estalactitas, estalagmitas, los guías que saben de fotografía y el increíble color del agua, parece de cuento.OLYMPUS DIGITAL CAMERAPara completar la jornada escogimos hacer el Parque das Cachoeiras. Hacía mala tarde y no disfrutamos todo lo que hubiéramos querido porque daba un poco de pereza meterse en el agua, pero los valientes pudieron tomar baños de spa gratis, lanzarse en tirolina y ver las cascadas por dentro. Todo acompañado de unos argentinos medio locos que estaban recorriendo Brasil en moto y que se dirigían hacia el Amazonas. 

Y nos adentramos más en Pantanal, dirigiéndonos a la fazenda donde nos quedaríamos dos días por unas carreteras sorprendentemente rectas y bien asfaltadas. Llegamos de noche y no pudimos ver gran cosa, pero levantarse al día siguiente y hacer el camino hacia el desayuno rodeada de pequeños jabalíes ya fue interesante… Y a partir de ahí, más fauna y flora. La excursión desde bien temprano y muchas (pero muchas) picaduras de mosquito nos permitieron ver monos y monitos, quatís, capibaras, nutrias, arañas y orugas y un recital de palmeras, árboles parásito y plantas extrañas mientras estábamos rodeados de agua allí donde miraras. 

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPor la tarde llegó el turno de mi otra excursión favorita: el paseo a caballo. Desde ese día quiero aprender a montar porque desde que conseguí subirme al caballo (y no fue a la primera) me encantó la experiencia de pasear en la naturaleza, mojarme hasta las rodillas mientras atraviesas el río y las risas que nos echamos grabando vídeos… yihaa!!! La noche fue de los jacarés. Salimos a recorrer las orillas de ríos y lagunas para verles, flotando y descansando en el agua mientras sus ojos brillan rojos en la oscuridad. El último día tocaba paseo en barco y avistamiento de pájaros de los cuales no soy capaz de recordar ningún nombre, pero fue relajante estar rodeados de silencio y agua. 

OLYMPUS DIGITAL CAMERAY casi sin darnos cuenta llegó el momento de hacer el camino de vuelta. Una cabezadita en el coche, cena en el mercado de Campo Grande y al aeropuerto a aguantar hasta que saliera nuestro vuelo. Otro viaje increíble, con muchas risas, conversaciones de moderneces varias y más amor por Brasil.

 

 

Otro día os cuento cómo fue quedarse sin gasolina en medio de la nada 😉 

 

 

MÁS INFORMACIÓN:

Pousadas:

Hostel Santa Clara en Campo Grande

Fazenda Santa Clara en Pantanal

Hi Hostel en Bonito

Excursiones: En Bonito todas las agencias tienen los mismos precios y excursiones, nosotros escogimos H2O Ecoturismo y nos atendieron genial, esta es su web

Buenos Aires

Ayer los argentinos invadieron São Paulo para disfrutar de un mundial que parece que a los brasileiros se les ha hecho corto (por favor, a mi se me está haciendo eterno) asique he decidido que era el momento ideal para recordar mi viaje a la bella Buenos Aires. Buenos Aires
Me monté en el avión para hacer la primera salida a otro país latinoamericano desde que estoy aquí, para volver a ver caras conocidas y para comprobar por mi misma las bondades de una ciudad de la que todo el mundo habla maravillas. Cinco días que prometían.

Estaba allí ya esperándome el que ha sido mi compañero de mesa, de grupo, de críticas, de tensiones, de risas durante meses (eso si, sin cartel…) y comenzó un recorrido intenso por la ciudad. Para ponernos al día de las novedades, una Quilmes y unas empanadas. OH MY GOD! ¿Cómo algo tan sencillo puede estar tan bueno? Me declaro fan incondicional de las empanadas hasta que me muera, cualquier relleno, fritas o al horno.
Buenos Aires es como una señora, una de las antiguas. Tiene la clase, la historia, la cultura, el buen gusto y la belleza aparente de una gran dama pero al mismo tiempo, se nota la decadencia, el querer aparentar lo que ya no se es y los aires de grandeza que algún día tuvo y que ahora intenta recuperar con complementos modernos. Esa mezcla creo que es lo que la hace especial y adorada por cada persona que pone los pies en sus calles. Y yo pisé muchas.

Jardín BotánicoNo sé si podré resumir en este post todo lo que visité esos días gracias a mi cicerone particular y a los free walking tours (¡que gran invento!). Parques y espacios verdes, avenidas majestuosas de arquitectura europea, paseadores de perros, mercadillos, colectivos coloridos, barrios llenos de rincones especiales, el acento porteño, los turistas y el tango, los cafés notables y tantas librerías. Un verdadero placer es lo que se siente paseando por Buenos Aires.

Me gustó Recoleta y sus aires de clase alta. Me encantó Palermo y la cantidad de modernos que transitan sus calles y entran en esos bares exquisitamente decorados. Merece la pena ver el color de La Boca para luego ponerlo en contraste con el lujo artificial de Puerto Madero. Estuve también en San Telmo, visitando el mercadillo, comprando un bolso de cuero y almorzando choripán en un aparcamiento al ritmo de un trío que tocaba en directo.

Ateneo
Disfruté especialmente de la deliciosa carne que nos tomamos en La Cabrera y de visitar la majestuosa librería Ateneo Gran Splendid, aunque he de reconocer que las de segunda mano abarrotadas de libros con esos dependientes que milagrosamente saben dónde está colocado el que tú buscas son mis favoritas. Impresionada me dejó La Catedral, bohemia con pizzas sin carne y gatos en medio de las clases de tango y las vistas del atardecer desde la torre de la Catedral de La Plata.

La Plata    La Catedral

 La Casa Rosada, la política esperpéntica, La Flor, las Abuelas de la Plaza de Mayo, volver a ver una botella de Mirinda, el concierto de Leiva fueron otros de los muchos puntos a favor para que este viaje se convirtiera en interesante y divertido. Y volver a ver a mi familia. Los españoles son “gallegos” en Argentina por algo. No pude ver a mis primos y primitos, pero pasar tiempo con mis tíos fue como sentirse en casa.
¿Soy otra de esas viajeras que ha estado en Buenos Aires y ha vuelto encantada? Si.

 

+ Info:

BA FreeTour  y Free Walks Buenos Aires

«Buenos Aires confidencial» en El Viajero_El País

– Turismo Buenos Aires: http://www.turismo.buenosaires.gob.ar/es

– Consejos Lonely Planet: http://www.lonelyplanet.com/argentina/buenos-aires

Curiosidades brasileiras (I)

No me apetece hablar de fútbol. Llevamos 4 días de Copa y ya estoy cansada. Y habría mucho que decir: la FIFA, los estadios, los Black Blocs, las huelgas, el despilfarro, etc. Pero es domingo y me apetece hablar de las cosas buenas (y curiosas) de la gente de este país. Dejaré las lecciones morales para otro día, que ahora mismo tengo demasiada competencia.

Hace tiempo, nuestra profesora de portugués nos pasó un texto del blog de un tal Oliver, un francés que llevaba tiempo viviendo en Brasil y que había recopilado algunas de las “curiosidades brasileiras” que más nos llaman la atención a los extranjeros cuando llegamos aquí. Ahí va una pequeña selección:

  1. En Brasil todo se organiza en filas (=cola). Hay que hacer cola para todo: para pagar, para pedir, para entrar, para salir y hasta fila para pasar a la próxima fila. Con dos personas esperando, ya se forma una fila.
  2. El año en Brasil empieza después de Carnaval.
  3. No se puede tocar la comida con las manos. Hasta en McDonals las hamburguesas se comen cogiéndolas con una servilleta. En casi todas las mesas de restaurante tendrás servilletas o palillos. Lo curioso es que esas servilletas son casi de plástico, ni son suaves ni limpian. Por lo tanto el objetivo ya no es no ensuciarte las manos o la boca, el objetivo se vuelve poder comer sin dejar un trozo de papel en las manos, la boca o la propia comida.
  4. Las parejas se sientan una al lado del otro, como si fueran en un coche. No enfrente, no en ángulo, uno al lado de otro, y lo más pegados posible.
  5. En Brasil a todo el mundo le gusta el fútbol, y todo el mundo es seguidor de un equipo, nacional o extranjero. Lo primero que te pregunta un taxista cuando dices que eres española es por el Madrid, el Barcelona o el Atlético o el Deportivo, me he encontrado de todo ya.
  6. La vida va despacio, sobre todo en São Paulo. Es normal estar atrapado en el tráfico todo el día, o en el metro, o en el bus. Pero no puedes dormirte, porque dure lo que dure el semáforo tienes que estar atento para salir en la misma milésima de segundo que aparezca la luz verde. No importa que no tengas a nadie detrás o la poca prisa que tengas, tienes que salir lo más rápido posible. Lo que va verdaderamente despacio son las colas del supermercado (y esto enlaza con el punto 1). No he visto una cosa igual nunca. Parece perfectamente lógico estar esperando 10 minutos aunque sólo tengas una persona delante porque las cajeras pasan cada artículo con la más extrema lentitud, o teclean el código de barras, o tienen que llamar a otra persona si no encuentran el precio del artículo. Imagina cuando delante tienes a 4 personas, la espera se vuelve eterna… Eso si, cuando llega la hora de pagar, como no retires inmediatamente la tarjeta del datafono, te lo repiten con cara de pocos amigos para que te des prisa “Pode retirar o cartão!”. La misma cajera que ha tardado 8 minutos en pasarte un paquete de arroz y cuatro yogures, sí, esa misma.
  7. En Brasil, los chinos son japoneses. La comunidad japonesa es muy extensa y toda cara asiática que veas, seguramente tendrá ascendencia nipona. Las tiendas de chinos, también son de japoneses.
  8. Todo el mundo es muy sociable, llegas a cualquier lugar y enseguida te pones a hablar con quien sea. Es habitual charlar un rato y que el brasileiro te diga “hablamos!” o “tenemos que quedar un día!” pero en realidad cuando se van no saben bien ni tu nombre ni tienen tu número de teléfono.
  9. En Brasil, la comida salada, está muy salada. Las cosas dulces, son muy dulces. Incluso la comida es, por lo general, demasiada comida. El concepto de ración es diferente aquí.
  10. En Brasil se produce uno de los mejores cafés del mundo y es uno de los mayores exportadores. A pesar de eso, se bebe un café malísimo, aguado y normalmente con mucho azúcar. Y se toma sobre todo por las mañanas a la hora del desayuno. No puedes ir a tomar un café por la tarde con un amigo, porque en muchos bares no tienen ni cafetera…
  11. Existen tres tipos diferentes de enchufes, incluso en la misma habitación. Y una falta alarmante de adaptadores. Raro.
  12. La costumbre de pedir, primer plato, segundo plato y postre separadamente aquí no existe. Normalmente se crea un mismo plato que lleva de todo: verdura, carne de uno o dos tipos, arroz, pasta, queso y hasta fruta. Siempre acabas comiendo una mezcla de todo. Siempre se parte de la base de que una comida brasileira lleva arroz, feijão y… el resto.
  13. En Brasil, la gente clasifica sus relaciones: peguete, ficante, namorada/o, noiva/o, esposa/o, ex- mulher/ex- marido. Vas pasando por todas las etapas desde que das el primer beso en una discoteca hasta que tu abogado te pasa la factura del siglo por el divorcio.
  14. Se han inventado un lugar llamado “cartório”. Un lugar donde vas a gastarte el dinero, autentificar miles de copias de documentos que luego nadie mira y hasta verificar que tu firma es tu firma. No es tan caro como un notario, pero tiene más colas.
  15. Y mi favorita: En Brasil, cuando una persona se encuentra con otra normalmente se dicen “Beleza?” a lo que la respuesta puede ser eso mismo o “joia!”. Si lo intentas traducir a otra lengua parece que estás asistiendo a un duelo filosófico de conceptos abstractos: ¿Belleza?  – ¡Una joya!

Me encanta este país.

Os dejo el enlace original del blog con la lista completa: O (outro) diario do Oliver

Brasilia

Siempre me ha gustado la frase de “estuve allí por trabajo”, te da un toque interesante aunque tu trabajo no lo sea. Y eso de que las empresas paguen algo en vez de recortar el sueldo, deberte las nóminas, quitarte beneficios sociales y amargarte un poco la existencia… eso sí que mola. Hace un año veía muy lejos eso de viajar por trabajo, pero finalmente he podido incluir esta nueva frase en mi vocabulario de postureo.

Destino: Brasilia. Avión desde el aeropuerto de Congonhas (cuando vives en São Paulo y te sale un vuelo desde allí parece que el viaje será mejor sólo por ahorrarte el tráfico y el trayecto eterno hasta el aeropuerto de Guarulhos), hotel en la ciudad (de categoría, eh? que es un viaje de trabajo) y la oportunidad de conocer una nueva oficina y a esa gente con la que sólo has hablado por teléfono.

Lo primero que me extrañó de la ciudad fueron las direcciones, ¿cómo que Google Maps no encuentra mi hotel? Luego te das cuenta de que la ciudad está dividida en sectores, trechos, cuadras, asas y otras rarezas que para la gente acostumbrada a que las calles tengan nombres es toda una aventura. Después de un par de días allí, te das cuenta de que en realidad tiene cierta lógica, pero que igual a los arquitectos se les fue un poco de las manos.

Lo segundo que me llamó la atención fue el espacio, las medianas con césped  árboles, poder ver algo más que edificios a todos lados. Si en São Paulo te mueves durante las 24 horas del día entre torres y construcciones varias, en Brasilia ves llanuras, descampados, el lago. Pero es un espacio que no puede utilizar para casi nada, porque la ciudad está pensada para los coches, la gente no camina en Brasilia, no se puede pasear de un punto a otro, primero porque no hay aceras y, segundo, porque las distancias son enormes. Asique eso me dio la oportunidad de conocer al muchos taxistas en el trayecto desde el Setor Hoteis Turismo Norte (SHTN) hasta el Setor de Embaixadas Sul (SES).

La sensación de inseguridad en la nueva oficina se pasó enseguida y traté de que mi desplazamiento valiera la pena, pero no sé las veces que pensé “ya la he liado” avala mucho mi objetivo. Finalmente el viernes conseguí un balance positivo de haber arreglado más cosas de las que se estropearon en mi presencia, por lo que decidí permitirme disfrutar de un fin de semana de turisteo.

Imagen        Gracias a mi fantástico guía y anfitrión visité el Museo Nacional [tenía una interesante exposición sobre la historia de las olimpiadas y una colección de fotos de paradas de autobús que me encantó]; la Catedral Metropolitana [yo soy de arquitectura tradicional, pero esas vidrieras y esa luz hay que verlas]; la Praça dos Tres Poderes; el Palacio de Itamaraty; la Torre de TV [es una pena que no se pudiera subir para ver las vistas] y el Mercado [buenos sucos, muebles, souvenirs, joyas, hamacas, cuero, etc. un buen lugar para pasar la mañana del domingo]; Ponte JK y el Pontão do Lago Sul [buen ambiente y un bonito paseo para hacer mientras atardece, si llega a ser el mar en vez de un lago la felicidad sería completa]. Por cierto, es muy interesante el recorrido gratuito por dentro del Congreso y el Senado, ves las dos cámaras y el interior de una de las obras más conocidas de Niemeyer y te explican cómo funciona la maquinaria política de Brasil.

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Y todo esto aderezado con una fiesta en la Embajada Americana, una cena en uno de los restaurantes con más historia de Brasilia, el Beirute (buenísima los platos árabes), una caipirinha en un bar que se llama Loca como tu Madre en honor a las locuras de Almodóvar, una vuelta a casa con muchas risas después de pasar la madrugada en un club (no voy a opinar de la música), cervezas en el bar de los Simpson y una comida de despedida de domingo abundante al estilo brasileño.

 

Más información de la ciudad:

Medio siglo de la capital de Brasil

Brasilia, una capital utópica construida en pleno desierto

Galería de imágenes de la construcción de Brasilia