Pantanal no es un pantano

El nombre es engañoso. El Pantanal brasileño es una llanura aluvial (mirad en Wikipedia, que no os lo voy a explicar todo) que se extiende por los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul (sí, muy originales los nombres). Es uno de los humedales más grandes del mundo y probablemente uno de los ecosistemas con más biodiversidad de flora y fauna. Yo, que no me gustan los animalitos, me pican todos los mosquitos y que soy muy fan de la civilización y las ciudades con metro, ¿qué he ido a hacer allí? Pues maravillarme con el Brasil profundo.

El viaje prometía ya desde el primer momento. Tres andaluces (Sevilla, Jaén y Almería, para más señas) y tres norteñas (dos gallegas de igual nombre y una riojana) habían alquilado un coche para recorrer en cuatro días y medio los paisajes del Pantanal de Mato Grosso do Sul. Conociendo un poco las infraestructuras brasileñas, volver sanos y salvos y con el coche entero ya parecía un logro.  OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Así llegamos a Campo Grande y dormimos unas cuantas horas en nuestro hostel. Nada destacable, excepto el maravilloso desayuno que nos prepararon. ¡Gratitud eterna a la pobre mujer que se levantó a las 5 de la mañana! Después de dar un par de vueltas por la ciudad (no nos apetecía salir a la primera porque perdía la gracia) nos ponemos rumbo a Bonito. La primera excursión consistía en hacer flutuação (= snorkel) por el Rio da Prata. Sólo lo puedo definir como MARAVILLOSO. Me encantó ver el lecho del río, peces que se podrían tragar una de mis piernas enteras, pececillos y un jacaré (=caimán) a menos de 10 metros en la orilla mientras nos metíamos en el agua. ¿Qué más se puede pedir?

Después de reponer fuerzas, directos al Buraco dos Araras.OLYMPUS DIGITAL CAMERA  Me quedo con los colores espectaculares de sus plumas y con la preciosa historia de que son pájaros monógamos: una vez que encuentran a su pareja viven y vuelan siempre juntos, cuando uno se muere, el otro al poco tiempo muere también de pura tristeza. 

Un baño en la piscina, una rica cena de pescado de río y un sueño reparador después nos ponemos rumbo a la Gruta do Lago Azul (hay una allí donde vayas y siempre merece la pena). Me siguen encantando las estalactitas, estalagmitas, los guías que saben de fotografía y el increíble color del agua, parece de cuento.OLYMPUS DIGITAL CAMERAPara completar la jornada escogimos hacer el Parque das Cachoeiras. Hacía mala tarde y no disfrutamos todo lo que hubiéramos querido porque daba un poco de pereza meterse en el agua, pero los valientes pudieron tomar baños de spa gratis, lanzarse en tirolina y ver las cascadas por dentro. Todo acompañado de unos argentinos medio locos que estaban recorriendo Brasil en moto y que se dirigían hacia el Amazonas. 

Y nos adentramos más en Pantanal, dirigiéndonos a la fazenda donde nos quedaríamos dos días por unas carreteras sorprendentemente rectas y bien asfaltadas. Llegamos de noche y no pudimos ver gran cosa, pero levantarse al día siguiente y hacer el camino hacia el desayuno rodeada de pequeños jabalíes ya fue interesante… Y a partir de ahí, más fauna y flora. La excursión desde bien temprano y muchas (pero muchas) picaduras de mosquito nos permitieron ver monos y monitos, quatís, capibaras, nutrias, arañas y orugas y un recital de palmeras, árboles parásito y plantas extrañas mientras estábamos rodeados de agua allí donde miraras. 

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPor la tarde llegó el turno de mi otra excursión favorita: el paseo a caballo. Desde ese día quiero aprender a montar porque desde que conseguí subirme al caballo (y no fue a la primera) me encantó la experiencia de pasear en la naturaleza, mojarme hasta las rodillas mientras atraviesas el río y las risas que nos echamos grabando vídeos… yihaa!!! La noche fue de los jacarés. Salimos a recorrer las orillas de ríos y lagunas para verles, flotando y descansando en el agua mientras sus ojos brillan rojos en la oscuridad. El último día tocaba paseo en barco y avistamiento de pájaros de los cuales no soy capaz de recordar ningún nombre, pero fue relajante estar rodeados de silencio y agua. 

OLYMPUS DIGITAL CAMERAY casi sin darnos cuenta llegó el momento de hacer el camino de vuelta. Una cabezadita en el coche, cena en el mercado de Campo Grande y al aeropuerto a aguantar hasta que saliera nuestro vuelo. Otro viaje increíble, con muchas risas, conversaciones de moderneces varias y más amor por Brasil.

 

 

Otro día os cuento cómo fue quedarse sin gasolina en medio de la nada 😉 

 

 

MÁS INFORMACIÓN:

Pousadas:

Hostel Santa Clara en Campo Grande

Fazenda Santa Clara en Pantanal

Hi Hostel en Bonito

Excursiones: En Bonito todas las agencias tienen los mismos precios y excursiones, nosotros escogimos H2O Ecoturismo y nos atendieron genial, esta es su web

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