30

Hay mucho que decir sobre los 30 y todo un debate megainteresante sobre si se acaba lo bueno o si empieza la mejor etapa de la vida. ¿Es cuando te pones a pensar de verdad en lo que quieres hacer? ¿O, por el contrario, es cuando te das cuenta de que igual deberías haberlo pensado antes?

La verdad es que no puedo reprocharle nada al año de transición de los “veinte y…” a la temida cifra. Ha sido uno de los mejores años de mi vida y prometo que lo estoy aprovechando y disfrutando tanto como puedo. La morriña y la tristeza de estar lejos de toda la gente que quiero y que inexplicablemente aún me quiere se compensó pasando el día en un lugar que se acerca bastante a la idea de paraíso. Tuve brownie de chocolate y helado con bengala para celebrarlo (Gracias mil a mis grandes compañeros de viaje!). Tuve pre-celebración y post-celebración. Unos compañeros de trabajo y amigos que aguantaron mis manías de no querer escuchar la canción de cumpleaños feliz en ningún idioma y que consiguieron sacarme sonrisas durante toda la mañana. No sabéis cuánto se agradece eso cuando ya eres una treintañera. Una fiesta con globos, photocall y hasta regalos. ¡¡Gracias, gracias!! ¡¡ADOREI!

Pero…

Desde que pasé de los 25 dejó de hacerme gracia cumplir años. Sí, soy de esas, qué se le va a hacer, alguna normalidad tenía que tener. Alguno que yo me sé dirá que es porque me gusta sufrir y otros dirán que es porque no sé llevarlos bien. Creedme cuando digo que no es por hacerme mayor, irremediablemente tiene que pasar y ojalá pueda seguir quejándome de muchos cumpleaños más. Ni porque me vayan a salir canas y arrugas, porque mi cuerpo cambie, porque deje de ser cómo soy ahora. No.

Es por esa eterna sensación de insatisfacción, por la incertidumbre, por los pensamientos traicioneros que te asaltan sin avisar y hacen que te pases a la metafísica y reflexiones sobre el verdadero sentido de la vida. De tu vida.

Es porque las preguntas que durante mucho tiempo han ido encontrando soluciones temporales, excusas creíbles y auto convencimiento ahora parece que no se conforman con ninguna respuesta. Porque ninguna es la buena, ninguna es la mejor y más correcta.

No me ha hecho gracia cumplir los 30 y auguro un camino hacia los 31 que no va a ser fácil. No puedo prometerme ni a mí misma que vaya a ser capaz de aplacar la tormenta, sólo que me esforzaré por esquivar los rayos aunque para eso tenga que mojarme.